Quisiera volver a eses momentos, eses momentos en el que era una enana, que no había nada por el qué preocuparse.
Era inocente, sincera, buena, feliz, saltarina, iba de un lado al otro, con una sonrisa de oreja a oreja. Lo que más me preocupaba era que mamá me riñera, o que me dejara castigada sin poder jugar con mis juguetes, mis muñecas, a las que podía vestir de mil y una manera, que pintaba, y le hacía multitud de peinados inventados por mí. Les buscaba novio, y tenían hijos. Creaba una casa para ellas, las vestía como princesas, con sus vestiditos y sus diferentes tacones, o también podía ponerle una camiseta y un pantalón, todo dependía de la ocasión.
Soñaba con ser mayor, poder hacerlo lo que hacían los mayores, poder tener novio, poder salir sola con mis amigos y amigas. Poder resaltarme los ojos con una raya negra y mucho rimel, pintarme los labios de mil y un colores y poder probar todas las texturas de las sombras de ojos. Ponerme mucho colorete y poder hacerme mechas en el pelo, teñirme el pelo, algo que llamara la atención en mí. Poder ir al cine con mis amigos y ir de compras... Tantas cosas que deseaba hacer.
¿Pero qué ha pasado? Ahora sólo sueño con volver a esos tiempos en los que todo era tan mágico y no existía ni la envidia, avaricia, falsedad, injusticia, mentiras, insultos, humillaciones, discriminaciones, pecados, prohibiciones, malas acciones, violaciones, violencia, impotencia, corruptos, asesinos, y tantos adjetivos y sustantivos que podría seguir diciendo que se me haría eterno acabar este texto.
Sólo sé que quiero volver a aquella época, época que vivía en un cuento de hadas.
Pero sólo me queda poder sonreír con esos recuerdos, nada más...
Paula Ballesté © 16 12 2010