domingo, 6 de febrero de 2011


El aire frío que roza mi cara, mis manos y hace volar mi pelo hacia una sola dirección. Él está apunto de llegar en unos minutos, se hace de noche, me ilumina las constelaciones que nacen encima de mi cabeza, brillan, como su sonrisa, lo veo a lo lejos, un nudo que nace en la garganta y llega hasta el estómago acompañado por miles de cosquillitas y sensaciones que me recorren. 
Después de horas a tu lado odio ver como desapareces entre la gente de una simple estación que nos lleva a ti o a mí a un rumbo sin destino.


Paula Ballesté © 27 01 2011